Por Aurora del Villar
Si la testosterona fuera un producto comercial, el envase tendría que ser Chayanne. Quien no lo crea, que vaya y les pregunte a los millares de mujeres que llenaron de euforia y gritos el Palacio de los Deportes la noche del viernes 23 de julio mientras el boricua, en el primer concierto de su gira No hay imposibles, cantaba sus éxitos viejos y promovía los temas de su nuevo disco.
Hace más de 20 años, en 1987, Chayanne era un muchachito con dotes excepcionales para el baile, más o menos entonado aunque de pobre voz y cuya nariz no conocía el quirófano. En medio de una de las mayores crisis económicas que la parte latina de nuestro continente haya atravesado, él cantaba "Fiesta en América" y pegaba brincos entre ochenterísimas bailarinas. Esa crisis ya pasó. Hoy apenas salimos de la que siguió a la caída de Lehman Brothers y él… canta la misma canción. Y las mujeres, cuyo rango de edades oscila entre los 2 y los 60 años, le responden todavía con adoración, alaridos, aplausos, así como tangas y monitos de peluche que recorren el aire hasta alcanzar su destino final en el escenario. Eso no ha cambiado.
Y es que Chayanne, quien tenía 2 años sin venir a México, los mismos que pasó sin disquera, ha sabido hacer del tiempo su aliado y cada año se ve mejor. Hoy es un señor de 42 y, en una edad en la que a la mayoría de los caballeros se les ha caído el cabello y les creció la panza (para más referencias, ver fotos recientes del ex menudo Xavier), Elmer Figueroa -el nombre verdadero del cantante- se ve espectacular, baila como un dios, sonríe como nadie, no ha dado un solo escándalo a los tabloides, es un padre amoroso y esposo fiel, trabaja con causas altruistas y derrocha atractivo sexual por donde se le mire.
Además sólo canta temas de amor sincero como "Y tú te vas" o "Lo dejaría todo", nada de celos, traiciones o atrocidades. O baila pícaro al son de "Provócame", "Lola" o "Esa boca", sin jamás excederse en el contenido sexual de las letras o de sus movimientos. Visto así, este hombre encarna la fantasía perfecta de casi cualquier mujer. El equilibrio ideal entre el mandil y Trucutú. Y como un resbalón lo tiene cualquiera, por eso se le perdona que cante un tema tan ordinario como "Palo bonito", ciertamente un feo desliz en su carrera.
Acompañado de 10 músicos de gran solvencia y de un cuerpo de baile bastante aceptable (aunque, claro, pocas ocupaciones más ingratas que la de bailarina de Chayanne; nadie en el público te aplaude), el artista trajo un espectáculo que dejaba ver una considerable inversión: pirotecnia, pantallas, luces robóticas, plataformas hidráulicas, varios cambios de vestuario, aunque sin perder ese toque entre casero y de festival de fin de cursos que ha caracterizado las producciones del cantante desde siempre y que, la verdad, vuelven sus shows aún más entrañables. El intérprete, además de sus canciones de amor y sus sabrosos temas bailables, compartió con el público un discurso en el que las palabras más repetidas fueron "Gracias, amor y corazón".
Difícil no adorar a un hombre así.
27 de julio de 2010
Chayanne en el Palacio de los Deportes
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