16 de noviembre de 2013

Cuando el público bautiza a los artistas



Por Ana Teresa Toro / ana.toro@elnuevodia.com
Conoce los verdaderos nombres que están llenos de historias y anécdotas 

¿Habría sido tan exitosa la carrera de Madonna si su nombre hubiese sido otro? ¿Chayanne le resultaría igual de sexy a tantas mujeres si desde un principio le hubiesen llamado por su verdadero nombre Elmer Figueroa?
Probablemente sí, pero no podemos afirmarlo. Lo que sí es un dado es que el nombre dentro de la carrera de un artista, en cualquier disciplina artística, no es un asunto menor. Por un lado, los nombres pasan a convertirse en una marca, en un símbolo de todo lo que esa figura representa y por el otro, el nombre artístico es una manera particularmente directa de conectar con el público. En algunos casos es el artista quien propone, pensemos en Lady Gaga, Pink, Pitbul, J.Lo o el mismo Héctor Lavoe; mientras que en otros es el público quien decide cómo va a llamarles apropiándose así de un elemento vital de la identidad de su ídolo. Pero la verdad muchas veces esto funciona como una avenida de dos carriles, si el público no responde al nombre, no se apropia de él, no agarra el nombre del artista y lo hace suyo bautizándolo una vez más, no tiene la misma fuerza. 
Fuera de las artes escénicas sucede más o menos lo mismo. Con un apellido como Picasso, ¿quién va a llamarle Pablo? A eso se suma el que el pintor siempre firmó así y entendemos cómo hoy día hablar de Picasso no sólo es hablar de este personaje histórico, es un nombre que es sinónimo de vanguardias, de rupturas, de una estética particular y muy específica. En casos así el nombre supera al sujeto. Y volviendo a Madonna -porque al parecer siempre hay que volver a Madonna- valdría la pena recordar que ése, en efecto, es el  nombre de pila de Madonna Louise Veronica Ciccone y que Madonna remite a la figura femenina más importante dentro del cristianismo, la Virgen María. Naturalmente, no es que su trabajo artístico vaya por esa línea pero la intertextualidad que viene con ella forma parte de esa sabiduría -que unos llaman imaginario y otros quizás memoria colectiva- que tiene que ver con el modo en que la masa reacciona a un nombre y los símbolos a los que está atado. O lo que es lo mismo, decir Lolita  tiene un significado tan claro como decir Don Juan. La primera nos hace pensar en una adolescente que sale con hombres mayores y el segundo, es el eterno mujeriego. 
También hay otro tipo de bautizos premonitorios. Como cuando Luis Esteban Ortiz Ruiz tocaba con Rafael Cortijo e Ismael Rivera. La primera canción que el músico aprendió a tocar fue Quítate de la vía perico y así al salir de un ensayo Maelo le dijo: “De ahora en adelante la gente te conocerá por Luis ‘Perico’ Ortiz, no por Luisín (su apodo), y vas a ser grande”.
Otros como Draco Rosa (Robert Edward Rosa Suárez) han jugado con el nombre artístico para expresar los momentos en los que se encuentran en sus exploraciones creativas y ha pasado de ser Robi Rosa, a ser Robi Draco Rosa y hoy día simplemente Draco Rosa. En su caso el nombre va atado a un momento artístico particular.
En casos como los de Ednita Nazario y Yolandita Monge, el diminutivo ha sido clave a la hora de que el público las reciba más cercanas. Y otras como Rocío Dúrcal -cuyo verdadero nombre era María de los Ángeles de las Heras Ortiz- reconoció el valor de un nombre artístico fuerte y memorable. También otros, menos originales quizás, como Tramar Dillard han decidido rendir tributo a su lugar de procedencia y ponerse como nombre artístico Flo Rida, en homenaje al estado de la Florida.
También hay casos como La Burbu, Bizcocho o Shorty Castro en los que el público adopta el apodo como nombre y poco a poco uno va suplantando al otro como con Andy Montañez que hoy día siendo un hombre maduro lo siguen llamando El niño de Trastalleres. 
“Nadie escoge su propio nombre, el nombre nos lo dan, nos lo asignan y el nombre que llevamos siempre es una expresión del deseo de otro, un deseo inconsciente”, comenta el psicoanalista Alfredo Carrasquillo.
“Es que los nombres construyen una identidad, nos anclan, nos dan un lugar en el mundo. Cuando se escoge un nombre artístico estamos tratando de construir una identidad liberada del nombre que recibimos y suele venir con la ilusión imaginaria de que puedes desvincularte y crear tu propia identidad”, analiza.
Entonces, si fuera usted, ¿cuál sería su nombre artístico?


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